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Juego de niños

miércoles, 6 de junio de 2007

Quizás el lector pueda ver en algunos lugares, como jugueterías, a niños malcriados exigiéndoles a sus padres la compra de juguetes que ellos desean. Caprichosos, hasta “inbancables”, los pequeños logran convencer a sus padres por cansancio.

Sería muy alocado pensar en que los chicos de un jardín de infantes, decidan en asamblea, a que color de salita ir. Estos ejemplos extremos, sirven para marcar la ausencia de autoridad de quienes deben ejercerla.

Algo parecido, con los correspondientes cambios temporales, está sucediendo en la Escuela Carlos Pellegrini. El Centro de Estudiantes mantiene tomado el lugar, en protesta de la designación como rector de Juan Carlos Viegas. Pero además, los “puber” están reclamando la creación de un Consejo Directivo y la titularización de los profesores; por supuesto, de los que están apoyando la protesta.

Cabe esta aclaración, dado que la mayoría de los docentes están adheridos al gremio CTERA, organización que comparte algunas de las solicitudes, pero rechazan la medida de fuerza. A raíz de esta diferencia, los maestros están de paro. Los profesores que están en pie de lucha, en vez de dar clases normalmente, pertenecen a AGD-UBA, otro gremio docente.

"La cuestión fundamental es la elección democrática de la autoridad de la escuela y eso ni siquiera se trató", sostuvo el dirigente estudiantil Alejo Ariel. Tiempos surrealistas los que tocan vivir, cuando un joven de 17 años se convierte en “dirigente”. Por otro lado, la exigencia de democratización que enuncian los estudiantes, tiene aroma a soviet, más que a un estadio de igualdad. Mal que mal, vivimos en un Estado democrático, y la Universidad de Buenos Aires goza de suficiente autonomía. Esa autonomía hace legitima y democrática la designación de Viegas.

Por otro lado, llama la atención el concepto de democracia que tienen los jóvenes y que proponen estos nuevos “profesores hippies”. La democracia es una forma de Estado, que representa los intereses de la mayoría, en detrimento de la aristocracia, o de la monarquía. Que estemos viviendo en un Estado democrático, no significa subvertir el orden establecido racionalmente. Esto es, capacidad de mando por un lado y por el otro, la obligación de obediencia. Esta es la mejor escuela para el mando.

Imagínense la “democratización” de todos los ordenes sociales. Por ejemplo una burocracia democrática, donde las decisiones no las tomen jefes, sino que se decidan por medio de una votación igualitaria. Las medidas que se tomen en ese caso no llegarían nunca a la base, ni se cumplirían y el caos podría rebalsar la realidad. O por ejemplo, la “democratización” de la familia, donde los menores tengan la misma voz y el mismo voto que los mayores.

Tanto los profesores como los alumnos –sin luz- deberían entender que el mando y la obediencia también forman parte de la democracia. Sin ellos, reinaría el desorden y la anarquía.

Es sorprendente observar a los padres de algunos alumnos apoyando semejante medida de fuerza. Porque más allá de los dichos del joven Ariel, no se están dictando todas las clases que se deben. El temprano dirigente informó que los mismos alumnos están haciendo de preceptores –como un juego de niños- organizando las horas y demás tareas administrativas. Pero como se ha dicho, la mayoría de los maestros están de paro, esperando que pueda asumir la autoridad.

De seguro, los que adolecen en estas protestas podrán en un futuro no tan lejano hacer el posgrado en la Universidad. Allí entonces, cuando no estén de acuerdo con la designación del rector, harán escraches e impedirán la Asamblea para ese nombramiento durante más de un mes. Como pasó hace unos meses.

Supuestos cambios en el programa

Según los dichos de padres y profesores, la designación de Viegas responden a la intención del Rectorado de la UBA de virar de un perfil humanista a otro más técnico. Con razón, los padres pueden estar enojados, porque ellos eligieron un colegio con las características más apropiadas para sus hijos.

Es posible que se requiera desde las altas esferas un perfil más técnico. Lo cual se justifica debido a los momentos que está pasando la Argentina, y la necesidad de preparar a los futuros profesionales con ese perfil. Desde el punto de vista estratégico no solo es razonable, sino que necesario.

De ser así, debería primar el sentido del bien común, o sea, el que defiende el rectorado de la UBA. Si la necesidad del momento histórico refleja un sentido técnico en la preparación, esta deberá acatarse. Habrá en todo caso otras opciones, y más en el sector privado, para que los jóvenes que deseen una orientación humanística la puedan obtener.

De ser cierta la hipótesis, en algún momento el colegio Pellegrini tiene que cambiar su perfil. Así como lo debería hacer la Facultad de Medicina o la de Derecho. Lo innegable es que el Estado debe promover los estudios en áreas técnicas. La construcción de una nación competitiva, la creación de un sector industrial viable, se debe sustentar desde la educación de jóvenes que puedan ofrecer su fuerza de trabajo en esas industrias.

Si se empieza por el Pellegrini, bienvenido sea.

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