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¿Ajedrez o Juego de Damas?

martes, 1 de mayo de 2007

Si nos detenemos a observar el panorama político que se presenta para las elecciones de octubre veremos que nos encontramos por un lado con el oficialismo que posee una fuerza cada vez mayor sustentada. En parte, por los medios de comunicación masiva, por las “positivas” estadísticas, y por el aparente crecimiento económico de la Nación, apoyado en un contexto mundial estable y de relativa prosperidad.

Mientras que por otra parte tenemos una oposición débil, fragmentada, desmantelada, y a veces cómplice, que carece de la fuerza suficiente para ser considerada “una verdadera oposición”. Asimismo situaciones como la supresión de las elecciones internas en el partido justicialista separa y aumenta aún más la debilidad y la incertidumbre.

Si este panorama persiste, indiferentemente de que el candidato presidencial sea Néstor o Cristina, el oficialismo se llevará una victoria rotunda en la primera vuelta. La intención de voto para la actual Senadora, si bien es levemente menor a la de su esposo (un 45% para ella y un 50% para el), supera abiertamente a los candidatos de la oposición quienes, aunque todavía no estén completamente definidos, entre todos se llevaran con suerte la otra mitad.

El hecho de que no exista oposición no es casual, a la crisis de los partidos tradicionales se le suma la sutil acción del Primer Mandatario para desarticular cuidadosa y hábilmente a los sectores que quizás puedan convertirse en una amenaza para su gestión.

Todas las fichas jugadas hasta el momento apuntan a que Cristina será quien encabece las listas del oficialismo, más que nada, debido a su aparición y presencia creciente en los actos populares.

Uno de los escenarios probables para los próximos cuatro años de gobierno es la crisis, que sería sostenida por un panorama mundial que puede tornarse inestable, y por un modelo interno ya agotado. Quedando así extinguidos los años de prosperidad y comenzándose a entrever las grietas de un gobierno debilitado y frágil, que utiliza recetas similares a las que fracasaron en el pasado.

Dicha crisis podría exhumar los fantasmas de situaciones ya conocidas como la devaluación monetaria, la hiperinflación y la crisis energética. En la Argentina padecemos crisis cíclicas y si esta acontece bajo la responsabilidad política de Cristina será ella quien, con su gran carácter y tenacidad, la enfrente. Situación que provocaría que el actual presidente salga ileso de todo reproche y crítica, y quede habilitado para presentarse a elecciones presidenciales en el 2011, con posibilidades de ser reelecto.

La misma historia nos muestra que no es posible sobrellevar al país por más de cuatro años sin caer en el desgaste y la erosión. Prácticamente ningún Presidente de la Nación (desde el año 1983), consiguió culminar debidamente su mandato presidencial en el tiempo y forma estipulado por la Constitución Nacional. A excepción de un solo gobierno. Muchos se vieron obligados a delegar su mandato antes de su finalización legal debido a la misma conmoción interna y a la crisis económica, e incluso llegaron a perder la autoridad con la que asumieron al decretar medidas que ni sus propios allegados obedecían, en un clima de anarquía social creciente.

Por esta razón es posible que el Presidente prefiera no ser el candidato y dejarle la responsabilidad a la Primera Dama, aunque sospechemos que él será quien maneje realmente el timón presidencial, sin la necesidad de exponerse a ser la cara visible.

De esta manera, el oficialismo se aseguraría gobernar al menos por un periodo más, jugando con la prosperidad únicamente expresada en los medios de comunicación pero que para los argentinos no es palpable. Con un índice de inflación y de desocupación que el INDEC muy sutilmente se encargó de disfrazar pero que hoy al ser tan desfasado de la realidad comienza a ser inmanejable e inocultable. Con aumentos y subsidios a los sectores sociales que son succionados por el virus inflacionario y frenado por controles tarifarios ficticios. Un gobierno que parece más preocupado por abrir las heridas cicatrizadas del pasado, que por sanear la hemorragia del presente, y que carece de visión estratégica del futuro.

Bajo esta perspectiva, las piezas claves del ajedrez político se convierten en fichas de damas cuando el porvenir parece mas pendiente del azar y de la manipulación mediática, que de la propia inteligencia.

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