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El llanto detrás de la negación y el silencio

martes, 1 de mayo de 2007

Durante el siglo XX se dieron situaciones tan extremas para el hombre, así como lo demuestran las cantidades de personas que han perecido de la manera más terrible en los sucesos bélicos tan desgraciadamente conocidos.

Sin duda que uno de los genocidios más difundidos es el que sufrió la comunidad judía de Europa central, cuando casi desaparece debido a la Solución Final llevada a cabo por el nacionalsocialismo alemán. Otro fue el del pueblo ruso durante la etapa leninista y stalinista donde más de 20 millones cayeron a causa de una economía absurdamente centralizada y otros tantos, en el campo de batalla en la Segunda Guerra Mundial.

Pero hubo un genocidio anterior, que inauguró de la manera más espantosa un siglo XX oscuro: el del pueblo armenio, con más de un millón de muertos entre 1915 y 1923. La materialización del mal entonces fue encarnada por los gobiernos de los últimos momentos del Imperio Turco-Otomano, que se encontraba peleando en la Primer Guerra Mundial, aliado al Imperio Alemán (Prusia) y el Imperio Austro-húngaro.

Pero, ¿qué fue lo que impulsó ese siniestro plan de exterminio? Era el famoso plan Pan-turco que pretendía reunir a los pueblos de origen turco y mongol (Tajkikiztan, Uzbequistán) pero para llegar a ello debían deshacerse de Armenia, un escollo para esa unión. Por otro lado, una de las causas profundas de ese plan fue que la población armenia buscaba una autonomía como la que había conseguido Bulgaria.

No era algo difícil de conseguir dado que Armenia, era entonces el único país cristiano de oriente, esto desde el año 280 bajo el protectorado de Roma. Esto hacía pensar en una posible ayuda de Rusia y de las potencias de occidente, para con los “europeos de Asia”.

El comienzo del terror

Según informa http://www.genocidioarmenio.com.ar/, el germen del infierno es anterior al 24 de abril de 1915. En 1895, el “Sultán Rojo” Abdul Hamid ordenó al ejercito invadir ciudades armenias, lo que produjo el aniquilamiento de 300 mil armenios. Entonces existía una ley totalitaria, el “Derecho de Protección” que permitía a cualquier musulmán probar su sable en el cuello de un cristiano.

Cuando caen los territorios occidentales, se origina una rebelión interna. Hacía unos meses que un grupo secreto, el Ittihad o “Partido de los Jóvenes Turcos”, había empezado sus operaciones. Fue un movimiento intelectual, formado en la Europa occidental. Pasarían varios años hasta que los Jóvenes Turcos tomasen el poder, el 24 de abril 1908, mediante una rebelión apoyada por sociedades secretas de Estados Unidos y Europa, quienes pretendían derrumbar el sultanato.

Nadie pensaba que lo que comenzó el sultán Abdul Hamid, iba a ser continuado por estos jóvenes iluminados. Pero esta nueva dirigencia, no se animó a derribar por completo la tradición del sultanato, por lo que instalaron en el trono a Murat V, hermano del anterior. A pesar que sus propuestas iniciales era el respeto por las minorías que seguían viviendo dentro del Imperio, los “Jóvenes Turcos” defendían en su seno la turquificación, esto es seguir con el plan del anterior sultán, el panturquismo aniquilador.

La mejor excusa

El 24 de abril de 1915 – fecha escogida siempre por los dirigentes para las decisiones importantes- el gobierno turco hace detener a 800 prestigiosos armenios, para fusilarlos. “Las detenciones suceden durante todo un mes: 196 escritores, 168 pintores, 575 músicos, compositores, intérpretes y bailarines, 336 médicos, farmacéuticos y odontólogos, 176 docentes y profesores, 160 abogados, 62 arquitectos, 64 actores, etc. Una auténtica minoría de prestigio es aniquilada, para evitar el traspaso cultural”, afirma el sitio.

Por otro lado, se aprovechó el conflicto de la Primer Guerra Mundial, para desmasculinizar a la comunidad armenia, mandando a todos los hombre de 16 a 40 años al frente de batalla. Estos hombres tenían la obligación de cavar las trincheras, que eran en definitiva, sus propias tumbas.

Otras grandes matanzas, se dieron el 17 de marzo de 1916 en los campos de concentración de Ras-ul-ain con 50 mil muertos, y en Deir El-Zor, con 200 mil. Según datos históricos, las matanzas prosiguieron hasta 1923, fecha en que asume el poder Kemal Bajá Ataturk, quien transforma a Turquía en una república moderna.

La publicación más importante de la comunidad que vive en nuestro país, “Armenia”, afirma que aunque las pruebas del genocidio abundan en documentos, desde entonces hasta la fecha, el Estado Turco lo sigue negando, arguyendo que las muertes se dieron por las enfermedades que causó la guerra. Según muchos textos sobre este genocidio, “El río Eufrates de aguas cristalinas, durante días presentó un color rojo, de transportar cientos de cadáveres.”

Los sobrevivientes, miles de mujeres y niños, terminaron sirviendo en los harenes de los Pashá (Jefes) Turcos, por lo que hoy día muchos ciudadanos turcos desconocen que su verdadero origen pertenece a la raza Armenia. Otros se salvaron gracias a la ayuda de turcos que estaban en desacuerdo con las medidas adoptadas por el Imperio.

Según la leyenda que envuelve a esta maravillosa comunidad armenia, su país correspondería al Edén Bíblico y el Monte Ararat, la montaña sobre la cual se posó el Arca de Noé después del diluvio. Lo cierto es que, después del diluvio maléfico de la muerte propiciada por los mercenarios, otra Arca sirvió para la resurrección de esta comunidad, que este 24 de abril lloró a sus mártires.

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